Cuando
se mira en los diarios la secciones internacionales lo que se observa es la conflictividad, tanto en lo político
como lo económico, de los sistemas de gobierno globales.
La
idea de globalización tiene dos enfoques concretos, uno de origen cultural y otro
de carácter geopolítico, pero ambos enfoques se retroalimentan en el campo del
poder. En democracia, los gobiernos se legitiman por la aceptación y la acción
de acatamiento de sus gobernados, pero para que eso suceda se instrumenta un
aparato simbólico- ideológico, el cual fundamente, como bien necesario, dicha
medida del gobierno. La teoría política denomina a esto como sustentabilidad de
poder, cuando un sistema político falla, se tiene una brecha simbólico- práctica entre la élite
gobernante y sus gobernados; hoy el capitalismo global se sustenta en un doble comando que trata de
lograr el acatamiento no solo nacional, sino también internacional de sus
medidas económicas y políticas. La democracia
liberal tiene su historia y se desarrolló de forma gradual, no se puede pensar
que el grado de representación actual se había dado desde su origen.
Hoy
la democracia se construye como un catalizador de los derechos civiles, esto no
fue siempre así, el pensamiento occidental tiene una historia llena de claroscuros.
Algunos pensadores europeos consideran que la representatividad se logra por
medio de una tecnocracia altamente jerarquizada y ordenada con una articulación
muy cercana a la agenda norteamericana y a la comunidad europea; a éstos intelectuales
y funcionarios públicos se lo suele denominar neoliberales. Dentro del pensamiento
democrático moderno se desarrollan otras corrientes opuestas, que fundamentan su poder
en la resolución de los conflictos construyendo lo que se llama la agenda pública,
que tiene como el más ferviente de sus defensores a Laclau, y que declaman a la democracia como un lugar
donde se disputan los interese de los bloques ideológicos para construir una
hegemonía dominante.
El
pensamiento neoliberal se instaló con fuerza global desde 1980 hasta el 2000,
pero cuando muchos errores tantos económicos como diplomáticos fueron diluyendo
el capital simbólico de Norteamérica y la ONU, como es el caso de la guerra del
Golfo Pérsico, y las crisis económicas de la última década, la geopolítica poco
pudo hacer para resolver el descrédito de su clase dirigente no sólo dentro de
sus países de origen, sino también en la política internacional. En la
actualidad dos soluciones se disputan la hegemonía global, una dentro del
pensamiento liberal donde proponen restringir los derechos de la ciudadanía
dentro de la ley de mercado con mas recesión y ajustes económicos, pero con más
conflictos sociales en la política de cada país y guerras económicas y militares
sectorizadas y controladas.O una salida populista con centralización del poder
y la economía en manos del estado. Ante éstas situaciones de convulsión nuestra
observación como lectores de los medios de comunicación debe de ser dentro de
una visión crítica y nuestra participación como actores sociales no puede ser
ingenua.